Comer a todas horas y sin control no solo tiene consecuencias a nivel físico, sino que además puede esconder determinados problemas a nivel psicológico.
Si crees que tienes apetito de manera constante y no puedes dejar de comer, probablemente hayas desarrollado una relación de dependencia con la comida. El hambre emocional es síntoma de que algo te ocurre. Te explicamos cuáles pueden ser las causas y te damos pautas para corregir esta conducta.
¿Por qué tengo hambre a todas horas?
Beber poca agua, dormir poco, ingerir grasas poco saludables o poca fibra, enfermedades como el hipertiroidismo o el Síndrome de Prader Willy, o el efecto secundario de alguna medicación pueden ser razones para sentir un mayor apetito, pero más allá de causas fisiológicas puede haber un trasfondo psicológico importante.
Si a pesar de que comes el estímulo no desaparece y sigues teniendo hambre a todas horas, seguramente se deba a causas emocionales o psicológicas. En este caso, es tu mente la que te invita a comer, no tu estómago.
Saber diferenciar el hambre física, provocada por la necesidad de nutrirnos, del hambre emocional, cuando no hay necesidad real de alimentarnos, será clave para determinar si necesitamos ayuda para controlar nuestras emociones.
Hambre física vs hambre emocional
El hambre física o fisiológica va incrementándose de manera gradual y puede satisfacerse con cualquier tipo de comida. Puedes calmarla sin dificultad con comida saludable y una vez saciado, no necesitas seguir comiendo.
El hambre emocional, por el contrario, aparece de manera repentina y suele ir unida a un alimento concreto, casi siempre poco saludable. No se satisface con la ingesta del mismo y vuelve a aparecer al poco tiempo.
Pero, ¿qué es exactamente el hambre emocional?
Hablamos de hambre emocional cuando no hay una necesidad real de alimentarnos, sino que comemos dependiendo de cómo nos sintamos a nivel emocional. Es decir, son nuestras emociones las que toman el control.
En muchas ocasiones, el apetito irracional está motivado por un estado de ánimo concreto y busca en la comida un mecanismo de evasión. Angustia, estrés, tristeza, ansiedad… pueden provocar una necesidad imparable de comer que no cesará cuando mi estómago se encuentre lleno, sino que se extenderá mientras no sea capaz de atajar la verdadera razón de mi estado anímico.
También es habitual comer por inercia o por aburrimiento. Abrimos la nevera o la puerta de la despensa solo por inercia, no porque tengamos hambre realmente, sino de manera involuntaria, buscando algo para comer sin importarnos la hora del día. Por eso, si estamos muy ocupados apenas nos acordamos de ello, pero, en cambio, si tenemos el día libre en casa es probable que acabemos comiendo mucho más sin apenas darnos cuenta.
En otros casos percibimos la comida como una fuente de placer desproporcionada. Todos tenemos momentos en los que saboreamos con gusto algo realmente rico, pero si el placer proviene únicamente de ingerir alimentos y lo hacemos de manera desproporcionada, estamos otorgando un valor a la comida que realmente esta no tiene. Buscar en ella una fuente de satisfacción rápida e inmediata es señal de que detrás de ese comportamiento hay un estado emocional que debemos trabajar.
Existen también casos más extremos, como la dismorfia corporal. En este tipo de situaciones, el odio al propio cuerpo puede desencadenar desórdenes alimenticios, tanto por dejar de comer como por comer de manera compulsiva.
¿Qué puede hacer si no puedo parar de comer?
Si te has visto reflejado en alguna de las circunstancias que hemos descrito, necesitas actuar ya para ponerle freno. Debes ser consciente de que tu conducta, no solo supone un daño para tu salud física (sobrepeso, obesidad, alteraciones metabólicas…) sino también para tu salud psicológica (baja autoestima, depresión, sentimiento de culpabilidad, insatisfacción permanente…).
Una vez reconocido el problema, es necesario establecer nuevas rutinas que te lleven a un estilo de vida más saludable y apostar por el autocontrol. Establece un número de comidas al día con un horario concreto para cada una de ellas y un menú saludable. Estructura tus menús y tu día a día para no dejar espacio a esos momentos de hambre sin control y no te saltes comidas. Ingiere alimentos saciantes y evita los ultraprocesados. Además, mantén la mente ocupada, realiza ejercicios de relajación, duerme bien y haz deporte.
Y por último, asiste a terapia. En la consulta del psicólogo encontrarás herramientas para, a través de la psicoterapia, reemplazar esos pensamientos desadaptativos e irracionales por otros más adecuados que te permitirán manejarte mejor en tu vida diaria.
Si sientes necesidad de comer a pesar de no tener hambre, si comes de manera compulsiva, si comes para sentirte mejor o si después de comer te sientes culpable, probablemente sufras hambre emocional.
Ponte en contacto con Psiconervión, especialistas en el Trastorno de la Conducta Alimentaria, y te ayudaremos a crecer en el autocontrol y a manejar esas emociones que te impiden gozar de una buena salud mental.
Marina Villar del Saz es psicóloga sanitaria en Psiconervión. Entre sus especialidades se encuentran la psicoterapia para adultos y terapia para terapeutas. Además trabaja tanto de forma presencial, como en terapia online.
Hola buenas noches, me siento identificada con este tema y estoy muy preocupada, siento que necesito ayuda. No puedo para de comer
Hola Linda. La mejor recomendación que podemos darte es buscar ayuda profesional. Te ayudarán a encontrar ese motivo o motivos que hacen que sientas hambre a todas horas y trabajarás sobre ellos para solucionar este problema tan común.
Hola, yo también me siento identificada con este tema y la verdad que me da igual la hora que sea .que puedo hacer para evitar y comer solo a las horas abituales. Gracias